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sábado, 8 de noviembre de 2014

Más del 20% de los contagios de ébola se produce en los funerales

Los ritos funerarios inseguros suponen más del 20% de los contagios de ébola en África, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Eso quiere decir que en ese tiempo que va desde que una persona muere hasta que se la entierra, se han producido al menos 2.600 infecciones. Estos tiempos son, junto al de la atención sanitaria (van 546 sanitarios enfermos, de los que han fallecido 310), de los más peligrosos. Por eso la OMS publicó ayer un manual para manejar los entierros de manera “segura y respetuosa”.
La clave para que estos rituales no se conviertan en “fuente de conflicto”, indica la OMS, es que la familia sepa qué se va a hacer y dé su autorización. “No se debe empezar el ritual del entierro sin su consentimiento”, recalca —va en negrita en el texto— el protocolo. Para esa primera aproximación, el equipo debe contar con un representante religioso y un comunicador, que llevarán el peso de esa primera conversación con la familia. En ese primer momento, una vez ha habido un fallecimiento por ébola, el personal debe llegar sin los trajes protectores.
El manual repasa paso a paso todo el proceso, desde la llegada y primer contacto hasta los preparativos del cadáver, el entierro propiamente dicho y las actuaciones posteriores (quemar las pertenencias más íntimas del difunto, desinfectar sus enseres), y pone especial énfasis en el respeto de las creencias de la familia.

También se dan algunas ideas para cambiar la práctica de tocar, besar o abrazar el cadáver. Se sugiere, por ejemplo, proponer alguna ceremonia, esparcir agua o realizar una lectura. También se indica cómo hacer, en las familias musulmanas, abluciones secas sobre el cadáver.
No es lo mismo, recuerda el texto, un entierro cristiano que uno musulmán. Por ejemplo, en estos últimos el cuerpo nunca puede enterrarse sin amortajar. Esta tarea se encomienda al equipo de especialistas —con los trajes de protección adecuados— para evitar que lo haga la familia.
La idea del protocolo es dar a la familia todo el protagonismo posible. Una vez situado el cadáver en el ataúd, por ejemplo, pueden ser sus personas cercanas las que lo lleven hasta la tumba. Para ello bastará como protección que lleven guantes de cocina, se señala, que pueden ser suministrados por el equipo de enterramientos.

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