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domingo, 1 de diciembre de 2013

Salpicon de res

Un detenido en Perú acosó a 500 niños en España y Latinoamérica

Una operación conjunta de muchos meses entre la Policía peruana y la española ha llevado a la detención en Lima de Arturo Dodero Tello, de 29 años, alias Maxi, considerado el mayor depredador sexual infantil de habla hispana. A Dodero se le atribuyen más de 500 víctimas menores de edad de Argentina, Chile, España, Ucrania o Perú con las que contactaba a través de Internet.
"Se ha puesto tras las rejas al mayor depravado de habla hispana, que ha venido cometiendo este tipo de delitos en agravio de indefensos menores", explicó el jefe de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior de Perú, el general César Cortijo Arrieta.
Dodero fue arrestado en su vivienda del barrio de San Juan de Lurigancho, en Lima, por agentes peruanos y españoles y un representante del Ministerio Público y personal de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior de Perú.
El pedófilo mantenía oculto el disco duro externo en el que almacenaba todo el material pornográfico de sus víctimas, pero tras el registro minucioso del inmueble, los efectivos policiales lo hallaron escondido en un agujero detrás de la cama de una de las habitaciones de su vivienda.
Según la investigación, el sujeto utilizaba una cuenta de correo electrónico argentina para hacerse pasar por menor de edad y así entablar amistad con sus víctimas. Luego, después de ganarse su confianza, las persuadía a dejarse tomar fotos y grabarse en vídeos con solo la ropa interior. Después, las chantajeaba y las obligaba a grabarse desnudos o practicando actos de zoofilia.
Dodero formaría además parte de una organización criminal internacional de pedófilos y pederastas, por lo que era buscado por las autoridades policiales de diversos países. La investigación continúa abierta para localizar a otros miembros del grupo que producían y comercializaban vídeos con pornografía infantil.

Fábrica de cuchillas entre cítricos

La concertina que corona la valla fronteriza de Melilla se fabrica en una nave de 3.600 metros cuadrados ubicada en un municipio malagueño de 23.664 habitantes: Cártama, en el valle del Guadalhorce, conocido por sus cultivos de cítricos. La empresa European Security Fencing (ESF) tiene patentado desde 2003 el término que define este alambre con cuchillas en forma de acordeón que se utiliza para evitar el paso en territorios y propiedades privadas, además de las herramientas que aceleran su confección. “Ven, cógelo”, invita Antonio Mora, gerente de la compañía, rodeando fuerte con la mano uno de los rollos para intentar demostrar que pueden pinchar, pero “no cortan”.
La empresa está integrada en el Grupo Mora Salazar, propiedad de Antonio y de sus tres hermanos, y es la única de toda Europa que elabora este producto. La factoría trabaja en ámbitos diversos y sus clientes se cuentan por miles. La OTAN, el Ministerio de Defensa francés y Gobiernos de otros países, urbanizaciones o empresas como Repsol y Endesa demandan las concertinas para uso militar o para cerrar perímetros de seguridad. En la factoría malagueña trabajan 12 operarios de media y en momentos punta se pueden alcanzar los 70 trabajadores.
Un trabajador de la empresa ESF manipula una concertina (de un tipo distinto a las de Melilla). / GARCÍA-SANTOS
Existen 11 modelos de concertinas. El que se ha colocado en la valla de Melilla es un rollo de 70 centímetros de diámetro con una cuchilla de 22 milímetros de largo y 0,5 de grosor. “La tapa de una lata de atún o de anchoas tiene un espesor de 0,2 milímetros, corta más”, argumenta Mora, defensor de este método de seguridad “disuasorio”. La concertina de la polémica tiene 55 espirales (o vueltas) y se extiende, una vez desplegada como un acordeón, a lo largo de ocho metros. En el paso fronterizo se han cubierto dos kilómetros y medio. Se ha colocado encima de una malla de seis metros de altura que es más tupida de lo habitual en las lindes entre países. El objetivo es evitar que una persona pueda trepar por ella.
En las instalaciones del grupo Mora Salazar hay ahora mismo siete remolques listos para partir rumbo a Kuwait, cargados de concertinas destinadas a delimitar un terreno que el ejército de ese país ocupará para hacer maniobras. Mora abre diligente las puertas de los carros y muestra el material que fabrica en exclusiva en Europa. Hay otras empresas en China, EE UU y Sudáfrica.
Antonio Mora tenía poco más de 20 años cuando puso el germen del grupo empresarial. En 1975 empezó a hacer cerramientos rurales y después se especializó en vallados de alta seguridad para las fincas de cítricos del Guadalhorce, que necesitaban protección ante posibles robos. Los encargos de otros puntos del país no tardaron en llegar. ESF ha surtido de concertinas a más de una veintena de cárceles españolas. La primera, la de Dueñas (Palencia), en los años 90. Fue el primer contacto con las cuchillas. A finales de esa década salieron los primeros pedidos para las vallas de Ceuta y Melilla. La empresa ha exportado su producto a los cinco continentes, y entre sus clientes hay centrales nucleares, urbanizaciones privadas, empresas pirotécnicas, centrales eléctricas, centros de internamiento de menores… Los buques que navegan por el Índico también han recurrido a concertinas para disuadir a los piratas. ESF trabaja ahora en un método similar pero menos agresivo. Ya lo tiene patentado, pero Mora guarda silencio sobre los detalles.

“Tardaron doce horas en coserme las heridas tras saltar la valla”

Kenjo, de 38 años, pasó las últimas horas de la noche del 3 de diciembre de 2006 escondido en un gran contenedor de basura junto, con otros inmigrantes cameruneses, en Mariguari, casi pegado a la valla de Melilla. “Llovía a cántaros”, recuerda en una cafetería de un pueblo de Valencia donde reside desde hace más de seis años. Soldador de profesión, no tiene papeles y sobre él recae una orden de expulsión de España. Por eso insiste en que no se publique su nombre.
Era la cuarta vez que iba a intentar entrar irregularmente en la ciudad de sus sueños. En julio de ese año lo había incluso conseguido sin grandes esfuerzos físicos. “Algunos de los agentes marroquíes [del cuerpo para militar de las Fuerzas Auxiliares] que acampan pegados a la verja han escarbado túneles de menos de diez metros que desembocan en Melilla para poder hacer sus trapicheos o para dejar entrar a inmigrantes mediante pago”, prosigue Kenjo.
Un subsahariano herido por las cuchillas, a finales de 2005, ante el centro de acogida de inmigrantes de Melilla. / JOSÉ PALAZÓN (PRODEIN)
“Pese a que tenía la entrada tapada localizamos un túnel y cuando los agentes dormían nos introducimos en él, pero una vez en Melilla la Guardia Civil nos cazó y nos expulsó a través de una portezuela en la valla” no sin antes preguntar por dónde habían atravesado. “No se lo dijimos porque quién sabía entonces si no volveríamos a utilizar ese túnel”. El relato de Kenjo confirma, como el de otros muchos subsaharianos, que la Guardia Civil echa manu militari de Melilla a inmigrantes incumpliendo la ley de extranjería que estipula que deben ser llevados a la comisaría más cercana.
Diluviaba tanto aquella madrugada de diciembre que a las cinco Kenjo optó por quitarse las deportivas, “porque empapadas de agua y barro pesaban mucho”, y también parte de su ropa mojada para trepar así por la valla con más agilidad en compañía de tres compatriotas. “Nada más empezar a subir ya nos hirieron las cuchillas”, rememora. “Pero los cortes más profundos me los hice arriba en el abdomen y las manos”, asegura.
“Gracias a Dios logré caer del lado español”, recuerda. Fue trasladado al Hospital Comarcal de Melilla donde le curaron y le cosieron. Tardaron “doce horas, desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde”. “Aun hoy en día me avergüenzo de ponerme en bañador en una playa”, afirma mientras muestra las cicatrices en brazos y piernas.
José Palazón, responsable de la ONG melillense Prodein, que le conoció durante una visita al hospital, le encontró en la cama “todo vendado, piernas, brazos y manos y abdomen”. Al haber trepado semidesnudo fue más vulnerable a las cuchillas. Aunque sea pleno verano los subsaharianos trataban entonces de escalar con varias capas de ropa para protegerse algo de las cuchillas.
“Las cuchillas de la verja desgarran hasta los guantes industriales”
Los cortes de Kenjo eran “impresionantes”, según Palazón, pero no fue el peor parado. Sambo Sadiako, un senegalés, quedó enganchado en lo alto de la valla de Ceuta una noche ventosa de 2009 y “murió desangrado por la fuerza de un viento que golpeó su cuerpo contra una de esas alambradas” salpicadas de cuchillas, escribióCarmen Echarrí, directora del periódico El Faro de Ceuta.
Kenjo no solo tenía incisiones. Tenía una bala o un perdigón “alojado justo encima del tobillo”, asegura. Ante el grupo compacto de subsaharianos que, de sopetón, corre hacia la valla los militares y antidisturbios que la custodian del lado marroquí optan primero por apartarse, pero cuando empiezan a trepar les golpean, les tiran piedras y hasta les han disparado con escopetas de postas y de perdigonesEl Ministe
“¡He extraído tantas postas de las piernas, las nalgas y las espaldas; he cosido tantas heridas de las cuchillas!”, recuerda con una sonrisa amarga Bertín Makoumson, camerunés de 44 años, que vivió nueve meses en el monte Gurugú, que domina Melilla, con los ojos puestos en la ciudad que estaba a sus pies. Las concertinas, como llama el Ministerio del Interior a las cuchillas, “cortan hasta los guantes industriales que algún compatriota consiguió en una obra y se puso para saltar”, sostiene. “Nunca he visto una amputación, pero los cortes en los tendones de la mano, que no podíamos operar, sí dejaron a algunos discapacitados”, rememora.
Makoumson, que reside legalmente en Bilbao donde trabaja para una agencia de publicidad, estudió biología en Nigeria y trabajó incluso en un laboratorio. “Hablo francés e inglés y era lo más parecido que había allí a un médico; por eso hice de enfermero en el monte, primero con medicamentos caducados que sacábamos de la basura y después con los que nos proporcionaba la ONG Médicos Sin Fronteras”, relata paseando por la capital guipuzcoana.
“Cada vez que los chavales se marchaban rumbo a Melilla, los que no lograban saltar volvían todos heridos”, prosigue Makoumson. “La mayoría de los traumatismos los causaba la alambrada y, en segundo lugar, los golpes que propinaban las fuerzas de seguridad marroquíes”, añade. “Se ensañaban sobre todo con las articulaciones para que los inmigrantes para quitarles las ganas de volver a escalar la verja durante meses”.
Sambo se desangró al golpear el viento su cuerpo contra la alambrada
Makoumson nunca logró cruzar a Melilla –acabó llegando a nado a Ceuta en 2007- pero tampoco se hirió en la valla. “Desarrollé una técnica”, explica. “Las cuchillas de la parte inferior se sorteaban con escaleras de madera fabricadas en el monte y las de arriba yendo despacio; cogiendo el alambre pero evitando las hojas y, una vez del lado español, dejándose caer de frente a la verja con las manos agarradas al enrejado hasta que no diera más de sí”.
El alambre entremezclado con hojas cortantes fue instalado en el otoño de 2005 por el Ministerio del Interior junto con sirgas de acero, mallas metálicas y un sistema de dispersión de líquidos urticantes que nunca fue empleado. Ceuta y más aún Melilla habían padecido ese año una presión migratoria sin precedentes -5.551 inmigrantes lograron entrar- a la que el Gobierno socialista reaccionó colocando cuchillas al pie de la valla, del lado marroquí, y en lo alto. A la vista de las heridas que causaban Interior decidió retirarlas a principios de 2007, pero solo de la parte superior de la verja melillense. En Ceuta se mantuvieron.
La multiplicación de los asaltos a la valla de Melilla en 2012 –con 2.186 entradas irregulares- y en lo que va de año ha incitado al titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, a volver a colocarlas en los tres kilómetros más calientes del perímetro fronterizo sobre un total de doce. Sostiene el ministro que “no son agresivas”, que solo causan heridas “superficiales” pero que son “disuasorias”. ¿Lo son? “Para nada, con o sin ellas los africanos lo seguirán intentando”, contestan al unísono Kenjo y Makoumson desde su lugares de residencia. Makoumson se declara satisfecho por la vida que lleva en España. Kenjo, en cambio, está desilusionado, pero no se arrepiente de haber emigrado.

Un Parlamento difícil de gobernar

De la estabilidad de la actual mayoría absoluta y hegemónica del PP a un Congreso fragmentado en el que sería imprescindible tejer acuerdos a varias bandas para sacar adelante cada iniciativa.
Ese es el panorama político que describe el estudio de Metroscopia para EL PAÍS, realizado en forma de encuesta continua con datos recogidos desde el pasado mes de junio y con atribución de escaños por comunidades autónomas.

Los populares perderían hasta 40 diputados y el PSOE recuperaría 21
El hundimiento global del bipartidismo, refrendado por todas las encuestas de los últimos años, llevaría a un Parlamento fragmentado con dificultades para formar mayorías estables.
Esa proyección dibuja un Congreso en el que el PP perdería hasta 40 diputados, aunque seguiría siendo el más votado; el PSOE empezaría a recuperarse del que fue el peor resultado de su historia, el de 2011, y UPyD e Izquierda Unida doblarían el número de escaños que tienen ahora.
Es decir, en conjunto los dos grandes partidos nacionales sumarían menos escaños que nunca, de tal forma que, para alcanzar los 176 de la mayoría absoluta sería necesario el acuerdo de más de dos grupos. O, como alternativa, la impensable gran coalición de populares y socialistas.

IU y UPyD doblarían sus resultados pero no  serían bisagra por sí solos
La caída del PP empieza a ser más pronunciada en el ecuador de la legislatura: lograría 146 escaños, en una situación sin precedentes en nuestra democracia, porque nunca un partido ha ganado unas elecciones generales con tan pocos escaños. Y tan insólito como que, según el sondeo, el PP volvería a ganar las elecciones generales con un resultado que no tenía desde 1989, cuando el PSOE lograba mayorías absolutas, arrasaba con Felipe González al frente y declinaba el mandato de Manuel Fraga como líder del centro derecha, entonces bajo las siglas de AP (Alianza Popular).
En 1996, el PP de José María Aznar gobernó con 156 diputados, lo que le obligó a pactar a la vez con CiU y PNV. Ahora, en el caso hipotético de que los populares quisieran y pudieran volver a apoyarse en los partidos nacionalistas, tendrían imposible llegar así a la mayoría absoluta: necesitarían el apoyo de un tercer partido.

Mariano Rajoy, si siguiera siendo el líder del PP, se vería obligado a cambiar radicalmente de estrategia para hacer una política de pactos que no ha practicado en esta legislatura. Sería lo contrario al actual rodillo que le permite bloquear comparecencias en el Parlamento y, sobre todo, sacar adelante en solitario iniciativas como la ley de educación o la reforma de las pensiones, entre otras. El diálogo y la negociación se impondrían obligadamente en la vida política española.
El PSOE sería el segundo partido en ese hipotético Congreso. Tendría 131 diputados, 21 más que ahora, y casi tres puntos más de porcentaje de voto que en las últimas elecciones generales. Esos datos mostrarían un inicio de recuperación de voto socialista en los dos primeros años de legislatura de Rajoy. Pero la lenta subida no es todavía suficientemente pronunciada como para superar al PP, a pesar de los recortes del Gobierno, los incumplimientos del programa de los populares y la crisis.
Tampoco podrían formar los socialistas mayorías alternativas para alcanzar la mayoría absoluta con la suma de la izquierda. Con IU solo sumarían 156 escaños, a 19 de la mayoría absoluta: precisarían más apoyos para superar a un bloque alternativo liderado por el PP.
Esos 131 diputados del PSOE solo mejoran ligeramente los 125 que logró Joaquín Almunia en 2000, cuando el PP alcanzó su primera mayoría absoluta y, como consecuencia, el entonces líder socialistapresentó su dimisión inmediata por considerar pésimo su resultado.

MÁS 

Obviamente, hay que tener en cuenta que de aquí a la fecha prevista para las próximas elecciones generales, el PP aspira a que la situación económica mejore lo suficiente como para recuperar a los desencantados con su gestión. También a que lareforma fiscal que entrará en vigor en 2015 le reconcilie con su base electoral de la clase media. Y el PSOE confía en que se borren ya las huellas de la pesada herencia de su Gobierno y en que el proceso de elección de su nuevo líder le permita una recuperación mayor.
Al ser un estudio prolongado en el tiempo es imposible medir la influencia de acontecimientos concretos como el recorte en las pensiones, la ley Wert, la Conferencia Política del PSOE o la evolución de la investigación judicial del caso Bárcenas. Sí recoge las tendencias consolidadas en toda la legislatura, que se compadecen con estudios como el de los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). También con las pésimas notas y valoraciones de los líderes de los dos grandes partidos, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, y el desafecto hacia PP y PSOE.
De ese hundimiento del bipartidismo los beneficiados son IU y UPyD, ambos con un número de escaños que nunca habían alcanzado la tercera y cuarta fuerza nacional.
La federación encabezada por Cayo Lara pasaría del 6,9% de los votos al 12%, y de 11 a 25 escaños (incluyendo los que aportan los partidos con los que forma coalición en cada circunscripción). El partido dirigido por Rosa Díez subiría del 4,7% al 7,1% y de cinco a 11 escaños. Es decir, los dos doblarían ampliamente sus diputados.

Los populares bajan en todas las comunidades salvo en Cantabria
El problema para ambos es que no serían decisivos en ninguna de las combinaciones, al menos, por sí solos. El notable éxito que lograrían los dos quedaría empañado por la realidad de que ninguno sería imprescindible para determinar una mayoría de gobierno. La fragmentación de la que se aprovechan les quita, paradójicamente, el poder que implicaría un ascenso tan notable, y les hace difícil actuar como bisagras de mayorías.
El estudio de Metroscopia ha sido territorializado y muestra que el PSOE ganaría escaños en todas las comunidades autónomas salvo en Cataluña. El estudio se ha hecho sobre unas hipotéticas elecciones generales, pero sirve como dato indicativo para las próximas autonómicas que están previstas en 2015, en vísperas de las elecciones para el Congreso.
Los socialistas estarían por delante del PP en número de escaños en cuatro comunidades: Andalucía, Castilla-La Mancha, Cataluña y País Vasco. Las cuatro comunidades han sido feudos tradicionales de los socialistas, aunque ahora solo gobierne en una de ellas, y dos de ellas —Cataluña y Andalucía— son las que tienen más peso en la distribución de escaños.
El PP baja en todas las comunidades. Pero sería el partido más votado en Canarias, Cantabria, Castilla y León, Ceuta, Melilla, Madrid, Navarra, Valencia, Asturias y Murcia. Igualan en número de escaños los dos principales partidos en cinco comunidades: Aragón, Galicia, Extremadura, Baleares y La Rioja.

CiU obtendría cinco escaños menos que en 2011, los mismos que subiría ERC
Izquierda Unida lograría sus 25 escaños en Andalucía, Aragón, Cataluña (como ICV-EUiA), Madrid, Valencia y Asturias. UPyD tendría sus 11 escaños en las comunidades de Andalucía, Castilla y León, Madrid y Valencia. En este momento, los diputados de UPyD proceden solo de estas dos últimas comunidades.
En Cataluña la estimación sigue la misma tendencia de las encuestas específicas de esa comunidad y, especialmente, las oficiales de la propia Generalitat. Es decir, CiU sufriría un importante retroceso en favor de ERC, como si el proceso soberanista que encabeza Artur Masfavoreciera la posición más radical e independentista frente a la que siempre ha sido de nacionalismo moderado. El original y el extremo es preferido antes que la copia que mantiene la incertidumbre sobre la consulta y el proceso independentista.
CiU perdería cinco escaños y ERC ganaría cinco. Los independentistas lograrían el mismo resultado que tuvieron en 2004, mientras que CiU retrocedería casi a su peor resultado, el de 2004 y 2008.
En el País Vasco el proceso sería justo el contrario: los electores primarían el nacionalismo moderado del PNV frente al de Amaiur. Los nacionalistas recuperarían los dos escaños perdidos hace dos años, sin notar desgaste por la gestión del lehendakari Íñigo Urkullu. Volverían a los siete escaños que tuvieron en todas las elecciones generales hasta 2008.
Amaiur perdería dos escaños en el País Vasco, aunque mantendría el de Navarra.
Entre los otros partidos, el BNG perdería uno de sus dos escaños, Coalición Canaria mantendría los dos que logró en 2011 y Compromís pasaría de uno a dos diputados.
Fe de errores: La distribución de escaños en Cantabria en 2011 fue: 4 PP y 1 PSOE, y no 3 y 2 respectivamente, como señala el gráfico.

La abuela científica regresa a la Antártida

«Tengo que volver a oír la música del hielo». En 1994 y tras diez campañas en la Antártida, Josefina Castellví (Barcelona, 1935), se despidió de «esa gran sinfonía de la naturaleza» con la intención de no regresar: «Los jóvenes debían tomar el relevo», recuerda esta doctora en Ciencias Biológicas, que dirigió la base científica Juan Carlos I y fue la primera mujer española en investigar en el continente blanco. Pero el cineasta Albert Solé se cruzó en la vida de esta activa jubilada: «Se entusiasmó con el relato de cómo llegamos a la Antártida y me conquistó su idea de llevar todo esto a un documental». Así nació Los recuerdos de hielo, un homenaje a los científicos liderados por Antoni Ballester (93 años) que, con su persevarancia, lograron que España construyera la primera base para investigar en el laboratorio virgen más valioso del planeta.
Pepita Castellví, de 78 años, en una lancha el pasado enero.
Los recortes, sin embargo, amenazan el legado español. La campaña de 2013 apenas tan sólo durará un mes. Lo habitual es que se prolongue que entre tres y cuatro meses, de noviembre a finales de febrero pues se aprovecha el verano austral. Pero el buque Hespérides, que suele traslada al personal español, no irá este año a la Antártida debido a los recortes en los presupuestos. Los investigadores y el personal técnico y militar que ocupan las dos bases que España tiene en la Antártida (la Juan Carlos I es gestionada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Gabriel de Castilla, por el Ejército) dependerán de la solidaridad y de los medios de transporte de otros países para llegar allí.

Menos investigadores, menos tiempo

Según detalla por teléfono Miguel Ojeda, responsable de logística de la campaña antártica de este año, Brasil, Chile, Argentina y Portugal cederán a los españoles plazas en sus buques y aviones: «En total viajarán este año una veintena de investigadores, aproximadamente la mitad que el año pasado», señala Ojeda, que vive esta situación «con resignación» y asegura que «ha habido que hacer un gran esfuerzo para hacer la campaña lo más larga posible». Incluso así, la Gabriel de Castilla se abrirá a pr imeros de enero y se cerrará el 9 de febrero, mientras que la Juan Carlos I, que a principios de año cumplió 25años, permanecerá abierta del 15 de enero al 22 de febrero. Las obras de ampliación de esta base, que se iniciaron en 2010 y debían haber acabado durante la pasada campaña, se quedaron a medias y siguen paralizadas por la falta de fondos.
«La ciencia se va al garete», denuncia el meteorólogo Manuel Bañón, veterano en las campañas antárticas. El investigador, que no viajará este año, considera que «en tan pocas semanas dará tiempo a hacer lo mínimo, como recoger los datos que se puedan, y las labores de mantenimiento para que no se destruya lo logrado hasta ahora», explica.
Pepita Castellví, como la llaman casi todos, admite que «la investigación en la Antártida es cara, sobre todo por los medios que se necesitan. Pero merece muchísimo la pena y creo que habría que mantener la financiación. En este rincón de la Tierra, con hielos que alcanzan los 4.000 metros de espesor, se ha acumulado información de miles de años que tenemos que sacar antes de que se malogre», afirma rotunda.

El ictus de Antoni Ballester

El científico catalán Antoni Ballester vio muy pronto el potencial de este territorio, adonde viajó por primera vez en los sesenta invitado por los belgas. "Decía que el futuro de la ciencia estaba ahí, que era la memoria viva del planeta pero le tomaban por loco. Durante 17 años luchó para que España investigara allí, pero todo el mundo le decía que era muy caro y se olvidara». No lo hizo. En 1984 reclutó a Pepita Castellví, a Agustí Julià y a Joan Rivera y, sin apenas medios, se fueron por su cuenta y riesgo a la Antártida para buscar un lugar adecuado para una posible base española. Los polacos les cedieron una tienda de campaña: «No te imaginas el frío que pasamos», añade.
Poco después, el Gobierno quiso que España entrara en el Tratado Antártico y financió la construción de la primera base, que fue inaugurada a principios de 1988. Apenas unas semanas después, Pepita supo que Antoni Ballester había sufrido un infarto cerebral: «Se me cayó el mundo encima», asegura. Castellví aceptó entonces ser la jefa de la base Juan Carlos I, aunque siempre lamentó que Ballester, que apenas puede hablar y se mueve en silla de ruedas, «pudiera ver el fruto de tanto esfuerzo». Es por ello que considera el documental Los recuerdos de hielo, [que se ha estrenado esta semana en los cines] un homenaje a su gran amigo, al que visita cada semana en su casa de Barcelona. Y es que si hay una música que le guste tanto como el sonido del hielo, es la del piano de Antoni Ballester.
Agustí Julià, Joan Rovira, Pepita Castellví y Antoni Soler, los cuatro científicos españoles pioneros en la Antártida.
Castellví recuerda cómo desde muy pequeña su padre, médico de profesión, le inculcó a ella y a su hermana la necesidad de estudiar una carrera universitaria: «Nos decía que él no tenía ningún fábrica o negocio que nos pudiera traspasar, sólo conocimientos por lo que consideraba que su obligación era que tuviéramos un medio de vida propio para que fuéramos totalmente autónomas. Si luego decidíamos no trabajar en esa carrera era nuestra responsabilidad. Y eso era revolucionario hace 50 años», relata.
La científica dio sus primeros pasos profesionales en Barcelona como bióloga de la mano de Ballester: «Era joven y mujer. No me hacían ni caso pero Antoni creyó en mi», señala.

Archivo de las expediciones

Para alegría de Albert Solé, Pepita guardaba horas de grabaciones de aquellas expediciones, «un tesoro para cualquier cineasta». Pero había que convencerla para volver a la Antártida, un viaje que hicieron «con mucha pasión y pocos medios».
«Ella me decía: 'Yo no sé actuar, no soy artista. Y yo le respondía: 'No tienes que actuar, sólo tienes que ser Pepita'»,relata Solé, que se declara fascinado por esta mujer de carácter y por «el contraste entre la abuela y la aventurera».
A sus 78 años, Castellví, que durante la entrevista pide para beber una botella de vichy catalán, confiesa que se conserva en buen estado de salud gracias al jardín que cuida y al encaje de bolillos, que le ayuda a mantener a raya la artrosis que debilita sus dedos. Tambiéncamina mucho y practica yoga una vez por semana: «De joven hice mucho yoga pero luego con todo esto de la Antártida tienes que cortar las rutinas. No te puedes ir cuatro meses allá y ponerte a hacer yoga» bromea.
Un momento del rodaje del documental, con Albert Solé, el director y el resto del equipo
El viaje de 2013, asegura, ha sido «el más emocionante» de su vida. La travesía fue dura y el paso de Drake [cuyas aguas se consideran las más tormentosas del planeta], uno de los más difíciles: "Durante cuatro días tuvimos olas de nueve metros", explica.
Pero tras la tormenta, como siempre, llegó la calma y la belleza de un paisaje repleto de icebergs: "La impresión que tienes cuando te levantas, abres la ventanuca del barco y ves el primer iceberg a dos pasos es impresionante. Yo he llegado a contar más de 90 en una visión de 160º. Son gigantes preciosos. Nosotros vamos en verano y no anochece nunca, pero al atardecer los rayos entran más oblicuos y amarillean y enrojecen, con un color rosado, todo lo que es blanco. Esto es poco científico pero una cuando va, va con cuerpo y alma. Con el proyecto bajo el brazo pero también disfrutas estos momentos de éxtasis, de la belleza absoluta que te ofrece la Antártida", relata esta científica que se define como "una mujer impulsiva".
Ahora sí, asegura, que se ha despedido definitivamente de la que define como «una obra de arte de belleza infinita». Y es que como relata en documental, para ella "la Antártida es como un ensayo de la naturaleza para producir belleza con muy pocos ingredientes. No existe el color verde, sólo está el blanco, el negro y el azul del cielo, el hielo y la mar. Y con estos elementos tan precarios la naturaleza ha hecho una obra de arte de bella infinita que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta".