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martes, 26 de noviembre de 2013

Aviones pintados muy originales...

Espot de Girona

Neutrinos extraterrestres detectados en el Polo Sur

Si a Shackleton o a Amundsen les hubiesen contado que algún día habría un laboratorio gigante con aspecto de nave espacial sobre los mismos hielos que destrozaban sus barcos y mataban a sus tripulaciones en la Antártida, hubieran pensado que se trataba de una locura. Y lo mismo le ocurrió en los años 70 a las autoridades norteamericanas cuando escuchaban a un grupo de investigadores de Estados Unidos plantear la idea de construir un cubo de un kilómetro por un kilómetro enterrado a 2.500 metros de profundidad bajo el hielo de la Antártida para observar los neutrinos que llegan desde el Universo. Pero esa locura es una realidad que acaba de producir sus primeros resultados importantes, y prometen revolucionar la Astronomía.
El grupo de 276 científicos de 12 países que trabaja en IceCube ha detectado por primera vez neutrinos -un tipo de partículas subatómicas que pueden generarse en el Sol, en fenómenos astrofísicos como el Big Bang, el CERN o en las centrales nucleares- de alta energía que proceden de más allá de nuestra galaxia.
«Este es el primer indicio de neutrinos de muy alta energía de fuera del Sistema Solar», explicaba ayer Francis Halzen, investigador principal de IceCube, profesor distinguido de Física en la Universidad de Wisconsin-Madison y verdadero padre intelectual del proyecto. «Es muy gratificante ver finalmente lo que hemos estado buscando.Este es el comienzo de una nueva era para la Astronomía», sentenció.
Uno de los agujeros del IceCube, taladrados en el hielo. | Science
La frase de Halzen está justificada. Este descubrimiento supone que se podrá utilizar la información que se pueda extraer de los neutrinos provenientes del espacio para hacer Astronomía. Según, Juan Antonio Aguilar, investigador de la Universidad de Ginebra y miembro del equipo de IceCube, el hallazgo es similar a la primera vez que se utilizaron rayos X o radiación Gamma para obtener imágenes del espacio profundo, dos técnicas que revolucionaron la investigación astronómica moderna.

Una nueva puerta al espacio

Los neutrinos pueden producirse a partir de muchas fuentes, algunas del espacio y otras situadas en la atmósfera terrestre. De hecho, esta no es la primera vez que se detectan neutrinos cósmicos. En 1987, varios detectores alrededor del mundo observaron un pulso de neutrinos de baja energía producidos por una supernova cercana (una explosión estelar).
El número de neutrinos extraterrestres detectados -28- puede parecer escaso para dos años de trabajo, pero la clave está en la energía que tienen. «Los neutrinos que hemos detectado tienen energías entre un millón y mil millones más energía que los neutrinos solares o de la Supernova de 1987», explica Carlos de los Heros, profesor de la Universidad de Uppsala y uno de los investigadores que diseñaron el prototipo del observatorio IceCube. Nunca se habían detectado estas partículas de muy alta energía -porque hasta la construcción de IceCube no existía ningún observatorio capaz de hacerlo-, y eso abre una nueva puerta a la exploración del espacio.
IceCube es la trampa de neutrinos más sensible que se haya construido jamás y la única lo bastante grande para cazar neutrinos cósmicos de muy alta energía. El observatorio astronómico, al contrario que los telescopios que todo el mundo puede tener en mente, consiste en 87 agujeros taladrados en el hielo polar hasta una profundidad de más de 2.000 metros. En cada uno de ellos se desliza una cuerda que lleva anudados unos detectores del tamaño de pelotas de baloncesto. Y son precisamente esas esferas las responsables de captar las tenues señales de los neutrinos que atraviesan la Tierra provenientes de la atmósfera, del Sol y del espacio exterior al Sistema Solar.
El Sol emite un flujo muy intenso de neutrinos, pero son de una energía muy baja, de unos 10 MeV. Y la misma magnitud emiten las supernovas o las centrales nucleares, debido a la desintegración de núcleos inestables producidos al quemar el combustible.
«Somos ciegos a esos neutrinos, -explica De los Heros-. El diseño del detector desde el principio estuvo enfocado a buscar neutrinos de energía mucho más alta. Y tras muchos años de planificación y construcción, el detector ha dado sus frutos». Los 28 neutrinos extraterrestres observados tienen energías desde 30 millones de MeV, hasta dos de ellos con energías por encima de los 1.000 millones de MeV (1.000 TeV). Estos dos neutrinos muy energéticos son tan importantes para los investigadores y para el futuro de la Astronomía que han terminado por ponerles apodo: Ernie y Bert (Epi y Blas).

Premio 'Ciudades Inteligentes' para un sensor 'made in Barcelona' que mide la contaminación urbana

Smart Citizen, el sensor ciudadano made in Barcelona, ha sido distinguido con el premio World Smart Cities. El novedoso dispositivo electrónico, concebido en el Fab Lab del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) en Poble Nou, fue seleccionado entre más de 200 proyectos a nivel mundial por su contribución al concepto de ciudad inteligente.
El kit de Smart Citizen permite a cualquier ciudadano medir los niveles de contaminación y de ruido en su entorno y compartir la información en tiempo real en la red. El proyecto fue desarrollado a partir de una placa electrónica de hardware abierto Arduino y fue financiado a través de Goteo, la red de financiación colectiva y colaboración distribuida.
"El camino hacia la ciudad inteligente es el empoderamiento del ciudadano", asegura Tomás Díez, director del Fab Lab de Barcelona, el centro de educación, investigación, diseño y producción que se ha convertido en referente mundial de la fabricación digital, avanzando hacia la idea de la Fab City.
"Imaginemos una ciudad en la que cualquiera pueda medir no sólo la humedad y la temperatura, sino la contaminación ambiental y acústica desde su propio balcón", advierte Díez. "Imaginemos que esa información se pudiera subir y compartir en el acto en las redes sociales".
"Pues bien, esa posibilidad está ya ahí con un dispositivo como el Smart Citizen, que ha sido creado de una manera colaborativa y que de alguna manera se mantiene fiel a su espíritu", agrega el director delFab Lab. "La idea es tener herramientas que te permitan tener información de primera mano, y contribuir de paso a la transformación de la ciudad en un lugar más vivible y respetuoso con el medio ambiente".
El Smart Citizen, desarrollado en colaboración con Acrobotic Industries en California, el Hangar INteraction Lab y el IAAC,simboliza de alguna manera el futuro que ya está aquí, como se ha podido ver estos días en la feria Smart Cities. Allí estuvo por cierto otro invento autóctono, la Urbike diseñada por el catalán Eduard Sentís en su taller-garaje de Rubí. La Urbike es una bicicleta robusta e industrial, con ruedas macizas y sin cadena, que se ha convertido en la base de la primera bicicleta pública "inteligente" en Dinamarca.
Bicis públicas que nos ayudan a elegir el mejor camino, dispositivos que informan sobre las plazas libres de aparcamiento en plena calle, semáforos con luces Leds que envían señales a los móviles de los invidentes, farolas que autorregulan su intensidad en función del trasiego de peatones, contenedores que avisan cuando están llenos o al menor conato de incendio...
El horizonte de la smart city, volcada hasta ahora en el terreno de la movilidad urbana y la eficiencia energética, entra ahora una nueva dimensión con la llegada del smart citizen"No podemos seguir teniendo ciudadanos pasivos en una ciudad inteligente", concluye Tomás Díez, el director del Fab Lab barcelonés, que se presagia el advenimiento del fab citizen.
Barcelona acogerá precisamente el próximo año el décimo encuentro internacional de Fab Labs, una nueva vuelta de tuerca hacia el futuro colaborativo y productivo que ya está aquí.