Luego de visitar
Chile y reunirse públicamente con varios personajes de la cúpula
pinochetista, se encuentra ahora en México la diputada venezolana María
Corina Machado, una furibunda ultraderechista perteneciente al círculo
más íntimo del líder del golpismo venezolano, Henrique Capriles
Radonsky.
Ambas visitas son parte de una gira
internacional, anunciada por Capriles, destinada a continuar e
incrementar la campaña de satanización contra el presidente Nicolás
Maduro en el marco de un plan maestro de la derecha venezolana y de la
Casa Blanca, que procura, en distintos ámbitos, la desestabilización y
el ulterior derrocamiento del gobierno de Maduro.
La
participación de Estados Unidos en los afanes por desestabilizar al
gobierno de Maduro no es asunto secreto. Documentos oficiales del
Departamento de Estado revelan el incremento sustantivo del
financiamiento yanqui a la oposición venezolana, representada por
Capriles y María Corina Machado. Para este 2013, Washington, a través de
la NED (National Endowment for Democracy), conocida agencia
intervencionista y desestabilizadora, le proporcionará una cifra tres
veces mayor a la entregada el año anterior y que alcanzará un millón 400
mil dólares.
Nada de esto es desconocido ni sorprendente.
Lo que llama la atención es que la señora Machado sea recibida en el
Congreso mexicano, sabiéndose, como se sabe, que ella es parte activa de
un plan de derrocamiento de un gobierno elegido democráticamente y con
el que México mantiene relaciones respetuosas.
No debe
olvidarse a este respecto que Enrique Peña Nieto, en su calidad de
Presidente de México, asistió a la toma de posesión de Nicolás Maduro,
en un gesto de respeto a las decisiones del pueblo venezolano. Y tampoco
debe olvidarse que la furibunda derechista Corina Machado calificó por
este hecho a Peña Nieto y a otros mandatarios asistentes a la asunción
de Maduro como “traidores a la democracia”.
Los líderes del
Congreso mexicano, Emilio Gamboa Patrón, de la Cámara de Senadores, y
Manlio Fabio Beltrones Rivera, de la Cámara de Diputados, no pueden
estar ignorantes de las vergonzosas conductas de la señora Machado.
Sorprende, en consecuencia, que se presten a recibirla y darle voz en
sus propósitos golpistas a las órdenes de Washington.
El
insulto personal a Enrique Peña Nieto, siendo cosa grave por provenir de
una legisladora, y que parece importarles poco o nada a Gamboa y a
Beltrones, es asunto menor frente a los intentos de Capriles y Machado
de reeditar en Venezuela el baño de sangre, la persecución, el exilio
forzado, las desapariciones, las torturas y la cárcel que padeció el
pueblo chileno tras el golpe de Estado pinochetista, modelo de golpe que
van siguiendo paso a paso Capriles y Machado.
Y en esto no
hay exageración alguna. Ya cuando el frustrado golpe de 2002 contra
Hugo Chávez se pudo ver a las hordas de Capriles y Machado sacando de
sus casas, tirados de los cabellos, a chavistas destacados para
encarcelarlos y asesinarlos. Y no debe olvidarse que el propio Capriles
encabezó el tumultuario y violentísimo asedio a la embajada cubana en
Caracas con el pretexto de que ahí se escondían algunos líderes
chavistas.
Se entiende perfectamente que la derecha venezolana
y latinoamericana y el imperialismo estadounidense hagan esfuerzos por
desestabilizar y más tarde derrocar al gobierno de Maduro, pero hasta
donde uno entiende, esos propósitos golpistas no son compartidos por el
gobierno mexicano, representado por el jefe del Poder Ejecutivo, Enrique
Peña Nieto, y por los dos líderes del Poder Legislativo, Emilio Gamboa
Patrón y Manlio Fabio Beltrones Rivera. ¿Por qué, entonces, dar la
impresión de que sí se comparten?