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miércoles, 24 de junio de 2009

HORACIO QUIROGA - EL ALMOHADON DE PLUMAS

Horacio Quiroga
(Salto, 1878 - Buenos Aires, 1937) Narrador uruguayo radicado en Argentina, considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos. Su obra se sitúa entre la declinación del modernismo y la emergencia de las vanguardias.
Las tragedias marcaron la vida del escritor: su padre murió en un accidente de caza, y su padrastro y posteriormente su primera esposa se suicidaron; además, Quiroga mató accidentalmente de un disparo a su amigo Federico Ferrando.
Estudió en Montevideo y pronto comenzó a interesarse por la literatura. Inspirado en su primera novia escribió Una estación de amor (1898), fundó en su ciudad natal la Revista de Salto (1899), marchó a Europa y resumió sus recuerdos de esta experiencia en Diario de viaje a París (1900). A su regreso fundó el Consistorio del Gay Saber, que pese a su corta existencia presidió la vida literaria de Montevideo y las polémicas con el grupo de J. Herrera y Reissig.
Ya instalado en Buenos Aires publicó Los arrecifes de coral, poemas, cuentos y prosa lírica (1901), seguidos de los relatos de El crimen del otro (1904), la novela breve Los perseguidos (1905), producto de un viaje con Leopoldo Lugones por la selva misionera, hasta la frontera con Brasil, y la más extensa Historia de un amor turbio (1908). En 1909 se radicó precisamente en la provincia de Misiones, donde se desempeñó como juez de paz en San Ignacio, localidad famosa por sus ruinas de las reducciones jesuíticas, a la par que cultivaba yerba mate y naranjas.
Nuevamente en Buenos Aires trabajó en el consulado de Uruguay y dio a la prensa Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), los relatos para niños Cuentos de la selva (1918), El salvaje, la obra teatral Las sacrificadas (ambos de 1920), Anaconda (1921), El desierto (1924), La gallina degollada y otros cuentos (1925) y quizá su mejor libro de relatos, Los desterrados (1926). Colaboró en diferentes medios: Caras y Caretas, Fray Mocho, La Novela Semanal y La Nación, entre otros.
En 1927 contrajo segundas nupcias con una joven amiga de su hija Eglé, con quien tuvo una niña. Dos años después publicó la novela Pasado amor, sin mucho éxito. Sintiendo el rechazo de las nuevas generaciones literarias, regresó a Misiones para dedicarse a la floricultura. En 1935 publicó su último libro de cuentos, Más allá. Hospitalizado en Buenos Aires, se le descubrió un cáncer gástrico, enfermedad que parece haber sido la causa que lo impulsó al suicidio, ya que puso fin a sus días ingiriendo cianuro.

Departamento de Salto

Salto, departamento uruguayo situado sobre el litoral noroccidental del país. Limita al norte con Artigas, al este con Rivera y Tacuarembó, al sur con Paysandú, y al oeste con la provincia argentina de Entre Ríos, de la que lo separa el río Uruguay. Su superficie total es de 14.163 km², y tiene una población estimada de 123.120 habitantes según el censo de 2004.[1] La capital departamental es la ciudad homónima, situada a 502 km respecto a Montevideo.
El pueblo fue fundado el 8 de noviembre de 1756, siendo elevado en el 8 de junio de 1863 a la categoría de ciudad. El departamento fue creado el 17 de junio de 1837 en territorios que antes pertenecían al departamento de Paysandú, e incluía en sus inicios al actual departamento de Artigas.
Salto debe su nombre a los diversos y atractivos saltos de agua que emanan del Río Uruguay. Previo a su fundación, los indígenas que habitaban la zona solían referirse al terreno haciendo uso del vocablo guaraní "itu", que quiere decir "arrecifes".
Artículo principal:
Éxodo del Pueblo Oriental
A fines de 1811 unos 11.004 integrantes del Pueblo Oriental decidieron acampar en el departamento durante casi treinta días. Éstos eran soldados y civiles que sirvieron de compañía al prócer nacional, el General José Gervasio Artigas. En su llegada, se asentaron en endebles edificaciones situadas sobre los rocosos saltos del río Uruguay. El éxodo como lo llamó Artigas o "la Redota" como prefirieron los paisanos se convirtió en una de las mayores proezas del Pueblo Oriental que huía del opresor instalado en Montevideo. El General se estableció allí en un campamento conocido como Ayuí.
Todos los años durante la primera semana del mes de diciembre, la Comisión de Amigos del Patrimonio Histórico, en colaboración con la Intendencia y otros grupos tradicionalistas de la región departamental, celebran esta campaña llevando a cabo una fiel representación de La Redota, que incluye bailes y eventos tanto de índole artística como cultural.
En tiempos de la Guerra Grande (1839-1851), Giuseppe Garibaldi, conocido como el "héroe de dos mundos" permaneció en territorio salteño, siendo partícipe de numerosos enfrentamientos bélicos como por ejemplo las batallas de Itapebí y San Antonio. Hacia febrero de 1846 se ejecutó la campaña sanantonina, donde aquél y sus colegas se enfrentaron a las fuerzas armadas procedentes de Corrientes, bajo la tutela del General Servando Gómez. Al poco tiempo, Garibaldi puso rumbo a Montevideo, pero su breve estadía en Salto le hizo merecedor de un monumento y una avenida en la capital departamental que llevan su nombre.
El departamento es famoso por su riqueza natural, convirtiéndose quizás en una de las zonas más productivas y económicamente estables del Uruguay. La central hidroeléctrica de la
Represa de Salto Grande abastece a casi la totalidad del país, y es compartida por la franja lindera argentina que se sirve de la misma para la iluminación artificial de muchos de los pueblos entrerrianos. Las fuentes de agua termal y la abundancia de piedras semipreciosas (que comparte con los vecinos Tacuarembó y Artigas), sumado a la prolífera explotación agrícolo-ganadera, hacen de Salto una región activa y extremadamente fructífera.
Vía sobre durmientes de madera en Salto
El territorio salteño es ligeramente ondulado y pedregoso en las bajadas y partes superiores de los cerros y cuchillas, con pasturas destinadas a la cría de ganado. Es asimismo llano en las proximidades al río Uruguay, lugar donde no escasean los sedimentos terciarios de arenas que contienen cantos rodados. El terreno se quiebra en dirección al este, hacia las crecientes del
río Arapey, y donde se encuentra la Cuchilla basáltica de Haedo. Desde allí proceden rumbo al oeste las cuchillas de Belén y su ramificación en los Arapeyes; la de las Cañas, la del Arbolito, y su extensión denominada de Salto o del Daymán.
Lago de la
Represa Salto Grande.
El
río Arapey Chico lo separa de Artigas, mientras que el río Daymán hace lo propio con Paysandú. También se encuentra el río Arapey Grande, del cual nacen varios arroyos que cruzan prácticamente todo el departamento.
El
clima es muy cálido y húmedo en verano, con temperaturas que rondan entre los 18 y 19 ºC en los meses de octubre y noviembre. El promedio anual de precipitaciones es 1.100 mm, lo que ocasiona eventuales crecidas en los ríos Arapey, Daymán y Uruguay.
Salto posee una vegetación muy variada, principalmente en cuanto a árboles de
eucalipto, ceibo, roble, limoneros, naranjos, tunas, guayabas y laureles. La fauna se compone de ñandús (criados, faenados y exportados al extranjero), zorros grises, pumas, carpinchos y mulitas. Alrededor de las vías fluviales encontramos al bosque galería (ibiraoitá, timbó, algarrobo), muy parecido al de estilo misionero.
El departamento de Salto es básicamente de tradición
ganadera, prestándose a la cría tanto de vacunos como de ovinos (que se comercializan vivos, como extracto, congelados o en conserva). Los predios agrícolas, algo arenosos, se encuentran rumbo al oeste, en las proximidades al río Uruguay. Entre los confines de Salto y San Antonio se plantan cítricos, fresa, tomates, berro,sandía, uvas, arándanos, entre otros. En el norte se planta trigo, girasol, maíz y cereales, y en El Espinillar, caña de azúcar. La presencia de piedras preciosas — ágatas y amatistas — posibilita su explotación en demasía. En cuanto al sector industrial, destacan las firmas frigoríficas, las de construcción, la de preparado de zumos, y la de embotellamiento de agua mineral. Destacan además los molineros y la producción de lácteos, siendo digna de mencionar la compañía Inlacsa (Industria láctea salteña). La apicultura goza de cierto prestigio artesanal y sus productos son muy valorados en toda Europa.
El
PBI promedio per cápita era a comienzos de 2006 de 4.384,7 pesos uruguayos (183,2 dólares estadounidenses).
El servicio de autobuses procedentes de y con destino a
Paysandú, Young, Flores, San José y Montevideo, principalmente, facilitan el trasbordo de turistas nacionales y extranjeros que viajan desde los principales conos urbanos. La ruta nº 3 sirve de enlace directo con el departamento de San José en dirección sur, y es la más frecuentada por los automovilistas que viajan en esa dirección. Otra ruta que merece atención es la ruta nº 31, que une a Salto con las ciudades de Tacuarembó y Rivera por el oeste. Otra opción la merece el río Uruguay, que es de fácil navegación y conecta a la capital salteña con su par argentina, Concordia, en la vecina orilla.
La ciudad de Salto cuenta asimismo con un aeropuerto nacional que sirve de parada a vuelos regionales.
Los tramos ferroviarios abiertos al tráfico en el departamento son los que forman parte del eje Paso de los Toros-Salto-Salto Grande-Concordia. La línea Salto-Baltasar Brum-Bella Unión fue clausurada en 1992 y se encuentra abandonada en malas condiciones.

Salto: cuna de talentos políticos y literarios
Salto ha sido siempre el páramo del prestigio literario y la cuna de destacadas personalidades en el mundo de política y del arte nacional e internacional como por ejemplo:
Feliciano Viera (1872-1927) político y Presidente constitucional de Uruguay entre los años 1915 y 1919.
Artículo principal: Baltasar Brum
Baltasar Brum (1883-1933) abogado, diplomático y político uruguayo, Presidente de la República entre 1919 y 1923. Nacido en las Costas del Catalán, hoy perteneciente al departamento de Artigas.
Artículo principal: Horacio Quiroga

Horacio Quiroga.
Horacio Quiroga (1878-1937) notable cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Fue el maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista. Sus relatos breves, que a menudo retratan a la naturaleza como enemiga del ser humano bajo rasgos temibles y horrorosos, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe. Colaboró en numerosas revistas locales, entre ellas, La Revista de Salto, que fracasaría poco después. La vida de Quiroga, signada por la tragedia, los accidentes de caza y los suicidios, culminó por decisión propia, al beber voluntariamente un vaso de cianuro en un hospital porteño a los 58 años de edad.
Jaurés Lamarque Pons (1917 — 1982) famoso compositor y pianista.


Represa de Salto Grande

La Central Hidroeléctrica Binacional de Salto Grande se encuentra ubicada en el curso medio del Río Uruguay, unos 15 km al norte de las ciudades de Salto (Uruguay) y Concordia (Provincia de Entre Ríos, Argentina).
Algunos datos [editar]
Está equipada con 14
generadores accionados por turbinas tipo Kaplan y un vertedero central de 19 compuertas radiales de accionamiento hidráulico.
Potencia total instalada: 1890 MW
Potencia por turbina: 135 MW
Diámetro de cada turbina: 8,5 m, 6 palas por turbina
Velocidad de rotación: 75 rpm
Posee dos descargadores de fondo para crecidas excepcionales, uno en cada margen. Es propiedad de la Argentina y del Uruguay. Su construcción aprovecha el desnivel que el río presentaba en la zona denominada "Salto Grande", la cual ha quedado cubierta por el embalse. En el coronamiento se encuentra el
Puente Salto Grande, ferroviario y carretero.
La capacidad total de evacuación de la presa es de 64.000 m³/s
Caudal del Río Uruguay en la zona:
medio (serie histórica) 4.622 m³/s
máximo registrado (desde 1898) 37.714 m³/s (09/06/92)
mínimo registrado (desde 1898) 109 m³/s (03/02/45)
Área del
embalse: 783 km²
Volumen del embalse: 5.000 hm³
Longitud del embalse: 140 km
Ancho máximo del embalse: 9 km
Profundidad máxima 33 m
Profundidad media 6,4 m
Rango normal de fluctuación anual del nivel de agua 0,8 m
Longitud de la costa 1.190 km
Área de la cuenca 224.000 km²


Historia
Desde la década de 1950, el Comité Popular Pro Represa de Salto Grande (integrado, entre otros, por
Ramón Vinci y Néstor Minutti), pujó en procura de su construcción.
Por su parte, la
Comisión Técnica Mixta de Salto Grande fue integrada por los argentinos Ing. Jorge Pegoraro y Gral. Repetto, y por los uruguayos Ulysses Pereira Reverbel, Dr. Gervasio de Posadas Belgrano y Dr. Pedro Di Lorenzo.[3]
Esta represa se comenzó a construir en
1973 y genera energía eléctrica desde 1979, completándose la puesta en marcha de su equipamiento de generación eléctrica en 1982.
El embalse de esta represa provocó la desaparición o anegamiento de varias áreas de la cuenca del Río Uruguay Medio, incluyendo bosques,
islas y el traslado de poblaciones, como Federación del lado argentino y Belén y Constitución del lado uruguayo.

Termas de Dayman y Arapey

Las termas de Daymán
Están ubicadas a 10 minutos del centro de la ciudad de Salto sobre la ruta 3 en el Km. 487 y a 440 Km. de Bs. As., con una infraestructura de hoteles, bungalows, cabañas, apart-hotel y moteles, restaurantes, canchas de paddle y tenis, 10 piscinas de varias temperaturas, con una máxima de 44º C, la mayor temperatura en aguas termales en Uruguay.
Su poder terapéutico proviene de la combinación de calor y salinidad. Además cuenta con el Complejo Hidrotermal Daymán, una institución de alto nivel científico y ético.

Este complejo cuenta con saunas, hidroyets, jacuzzi, piscina de ozono, duchas escocesas, filiformes, duchas suecas, área de musculación, piscinas individuales, y colectivas de aguas termales a 36 y 41º C, un área de fisioterapia dotada de excelente equipamiento brindando protección para la salud de aquellas personas sometidas a stress, se realizan tratamientos de enfermedades reumáticos, traumatológicos, neurálgicas, músculo esquelético.

Las aguas de Daymán poseen componentes químicos como el IODO, HIERRO, CALCIO, MAGNESIO Y FLUOR, siendo negativo en arsénico y pobre en sulfatos y nitratos y de radioactividad evidente y permanente, vale decir, que reúne las condiciones para su aplicaciones la crenoterapia

ACUAMANÍA
Es el Parque Acuático Acuamanía, ubicado en el predio contiguo al de las piletas, siendo el primer parque acuático termal de Sudamérica.

La opción es disfrutar con toda su familia de las múltiples opciones para todas las edades, entre otras: una torre de 18mts. con dos canales «Kamikaze» (toboganes gigantes), otra de 12mts también con dos canales «Hidrotubo» (tubo de agua) y «Twister» (un tornado de diversión), un Río Lento de 300mts con túnel minero y gomones.
Acuamanía cuenta con un pequeño centro comercial y una plaza de comidas rápidas. Para los niños podemos destacar una piscina interactiva con un barco pesquero con toboganes y juegos de agua. Para los jóvenes: toboganes, red para trepar, una botavara y un deslizador. Y para los adultos piscinas con cascada, hidromasajes, Beach Club (playa de arena), etc.
Acuamanía ofrece servicio de vestuario y lockers. Cabe destacar que con la entrada usted tendrá derecho a todos los juegos y ésta es válida para todo el día.

Termas de Arapey
Termas del Arapey se encuentran ubicadas a unos 80 km de la ciudad de Salto Uruguay. Cuenta con piscinas termales con temperaturas de 37 º C. Ha su piscinas abiertas y una piscina cerrada con plantas gigantes como si fuera un vivero.
Pose un complejo hotelero con habitaciones y bungalows municipales, como también con Hoteles de 5 y 4 estrellas como son los Hoteles Barceló

Son las termas más antiguas y con la infraestructura más profesional de la región
El agua está a 42 grados, con características ideales a ser utilizadas con fines terapéuticos y su entorno natural, pleno de montes y ásperos campos de basaltos, digno lugar para el descanso, la paz y la tranquilidad.
Posee 4 piscinas (al aire libre y cerradas) están rodeadas de vegetación y grandes jardines, parques infantiles, canchas para varios deportes, infraestructura adecuadas para el alojamiento (camping, moteles, hoteles, etc.) y los comercios adecuados para su entretenimiento, compras, aprovisionamiento, restaurantes, etc.

¿Nos tomamos una Uvita en Fun Fun?



Este viejo reducto del Mercado Central abrió sus puertas en 1895. Su fundador fue Augusto López, quien logró darle notoriedad a su negocio a partir de tres bebidas originales: el pegulo, el miguelito y la uvita, que con el andar del tiempo se transformaron en señas de identidad del cordial recinto (las recetas constituyen uno de los secretos mejor guardados en la historia montevideana).
El Baar Fun Fun –así era su nombre original– estaba ubicado sobre la calle Reconquista, custodiando la gran puerta de entrada al Mercado Central (el otro guardián del recinto era el no menos célebre restaurante Morini, hoy desaparecido). En esa época Fun Fun tenía pisos de maderas crujientes, techos altos con aquellos ventiladores giratorios, paredes con lambrices, sillas thonnet, mesas de noble madera, una barra cubierta totalmente por el clásico estaño, mientras que sus grandes ventanales permitían otear el tránsito de esa cuadra que daba a los fondos del Teatro Solís. Su olor debió ser el típico de aquellos bares de antaño: una mezcla del aroma de tabaco –eran tiempos de fumadores empedernidos, tanto de cigarrillos como de toscanos y puros– con bebidas fuertes.
La atmósfera cordial de Fun Fun permitió que allí recalaran durante décadas artistas, escritores, figuras de la música popular, periodistas, políticos, estudiantes universitarios y empleados, y también los infaltables bohemios. Pero hubo otro elemento, digamos que geográfico, que le dio popularidad a este bar tan especial: estaba ubicado a medio camino entre la plaza Independencia, con sus grandes cafés, y el Barrio Sur con su “pecaminosa” calle Yerbal y sus chicas ligeras de ropa... De ida y de vuelta, la juventud alegre siempre se tomaba una en Fun Fun.
Se inauguró antes de la fecha emblemática del 900, que marcó un momento de inflexión político-social y el comienzo de un período brillante en lo cultural, pero sin embargo no se dio en esos años primeros del siglo XX su mayor esplendor. Sí es fama que lo visitaba Florencio Sánchez en sus venidas a nuestra ciudad, cuando ya estaba radicado en Buenos Aires y había triunfado. Y pasaba por allí muy a menudo Herrera y Reissig... No el poeta –el “divino Julio”, dandy por excelencia mantenía un cenáculo en la propia casa, la “torre de los panoramas”, y no era dado a frecuentar cafés– sino el joven Teodoro, él sí bohemio empedernido. El mismo que varias décadas después, ya no tan joven, deambulaba todavía por la vieja “pasiva” de la plaza Independencia rumbo al café Británico, a enterarse de las novedades políticas y a observar las mesas de ajedrecistas).
Tuvo que llegar aquella década del veinte imantada de modernidad y vanguardismo, para que el Baar Fun Fun pudiera comenzar a vivir su primer gran momento de gloria. En aquellos años el tango dejaba de ser un ritmo “canalla” y ganaba los salones y grandes cafés céntricos, al tiempo que desde el norte llegaba la moda de bailar el charleston, que enloquecía a jóvenes peinados a la gomina y con pantalones oxford, y a chicas con el pelo a la garçon y luciendo vestidos –para escándalo de las tías– por encima de las rodillas. Fue en esa etapa que se pudo ver con frecuencia, tomándose unas cuántas uvitas y perulos, a los muchachos de la Trouppe Ateniense. En 1933 lo visitó Carlos Gardel. Estaba por entonces en el pináculo de su carrera, y su recalada fue un acontecimiento memorable.
El tango llegó a Fun Fun para quedarse. Por eso a través de los años se pudo ver allí a los grandes directores de orquestas típicas, como Juan D’Arienzo, Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese entre los argentinos, y de este lado del charco al inolvidable Romeo Gavioli. Por ese mostrador pasaron también los cantores de la mejor época del ritmo del dos por cuatro: Fiorentino, Nelly Omar, Charlo, Tita Merello, Carlitos Roldán, Tania, Francisco Amor, Virginia Luque y Julio Sosa.
Recalaban noche a noche en la barra de Fun Fun los integrantes de la vieja guardia del periodismo de los años treinta. Lo hacían luego de trabajar hasta tarde en las cercanas redacciones de prensa –que en aquel tiempo eran vecinas del fragor del taller de linotipo, donde se componía el texto en plomo caliente–, cansados de fatigar las teclas de las viejas remington. Entre ellos se destacaban el humorista Julio E. Suárez (Peloduro), el cronista y periodista deportivo Julio César Puppo (El Hachero), el humorista y cronista de almas que fue Wimpi, el versátil reportero urbano y poeta de vanguardia Alfredo Mario Ferreiro, y el memorialista y narrador Manuel de Castro.
El deporte no podía estar ausente en ese templo popular. Entre las muchas figuras de ese ambiente que alguna vez pasaban por allí, se recuerdan especialmente –por ser más habituales– a don Carlos Solé, “la voz” por excelencia del relato de fútbol, y Ringo Bonavena, el boxeador argentino.
En 1955 la “piqueta fatal” derrumbó impiadosamente los nobles muros centenarios del viejo mercado. Y esto marcó el fin de una época para Fun Fun. Cuando se construyó el nuevo –un ámbito sin mayor gracia ni estética– ubicarían por algunos años al clásico bar en una infeliz locación, dentro del local y casi sin espacio vital. Felizmente más adelante primó la sensatez, otorgándosele un lugar más digno, junto a la puerta principal.
Desde los años setenta siguieron recalando en ese templo de encuentros cordiales muchos artistas populares. Tres voces nuestras del tango, como Olga Delgrossi, Nancy Devitta y Lágrima Ríos lo frecuentaron y además hicieron allí sus espectáculos. También las grandes vedettes del Carnaval, Martha Gularte y Rosa Luna, supieron acodarse en el viejo estaño.
Más recientemente sigue acercándose a ese antiguo baluarte del encuentro gente de la cultura. Para dar dos nombres destacados: el músico Jaime Roos, y el periodista radial y dibujante Jaime Clara.